Lo legal versus político

Por Guido Gómez Mazara
Lo legal versus político. La lógica del absurdo pone a gente inteligente a ejercitarse políticamente, siendo excesivamente creativos, fundamentalmente cuando desde las esferas del poder el ojo público pone en contexto el cambio de opinión y los acomodos conceptuales. Ahora que las democracias modernas intentan ajustar el comportamiento de los partidos, sus élites dirigentes pretenden colocar la razón política sobre los aspectos institucionales.

En el PRM no podemos subestimar a la sociedad. Inclusive, un alto grado de los votos recibidos en la victoria del 2020 descansaron en el hastío ciudadano e interés de darle una oportunidad a una organización que, si bien es cierto tenía el apellido moderno, su raíz anduvo asociada al legendario PRD. Y lo que es importante recordar consiste en la pertinencia de no creer que transformar las reglas es una característica propia del poder. Por el contrario, ese afán de interpretarlo todo en función de conveniencias y situaciones coyunturales prende la mecha de iras ciudadanas, casi siempre, expresadas en impugnación electoral.

Frente al desafío partidario que obliga a someter las autoridades al voto de la militancia, existe un variopinto de argumentos escasos de seriedad y seducidos por violar el mandato de la ley que, tipificado de ruidos innecesarios, traducen una elemental realidad: perturbación por someterse a la consideración de las bases. Con la gravedad de la protección legal amparada en el artículo 216 de la Constitución, Ley 33-18 en su artículo 15.2, las sentencias del Tribunal Constitucional 0006 del 14 de enero de 2014 y 0231/13 del 29 de noviembre del 2013, del Tribunal Superior Electoral 019-2014 del 3 de abril de 2014 y la decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos del 23 de junio de 2005.

Creer que la razón política lo puede todo expresa la visión del siglo 18 de dirigentes que no observan los procesos de cambio operados en la sociedad y la sed por decapitar los instrumentos partidarios desdeñosos de una cultura democrática. Además, patear el orden jurídico creyéndose en capacidad de burlar segmentos ciudadanos con un enorme caudal electoral, ha sido la fuente de variación en las opciones que, desde el corazón de diversos segmentos, de forma silenciosa se llenan las urnas de votos contra el poder.

Cómo es posible desdecir a la Comisión de Reforma Estatutaria capaz de pautar la ruta del voto universal, directo y secreto, pero se adicionan opciones de convención de delegados y dirigentes para darle tintes de legitimidad, al avieso interés de despojar el derecho a compañeros con más de tres décadas votando libremente por sus autoridades. Ojalá lo entiendan de una vez y para siempre, la democracia amerita de verdaderos demócratas.

Compartir