Publicidad digital: El arte de predecir sin escuchar, pero conociéndote mejor que tú mismo

Por Jimmy Rosario Bernard
¿Alguna vez te ha pasado que hablas sobre algo con un amigo o familiar y, al poco tiempo, te aparece un anuncio en tu teléfono sobre ese mismo tema? No es casualidad. No, tus dispositivos no te están espiando a través de sus micrófonos. Lo cierto es aún más inquietante: no necesitan escucharte porque ya has dejado un rastro digital tan claro que pueden predecir lo que te interesa, y lo hacen con asombrosa precisión.

Parece magia, pero no lo es. Nuestros hábitos en internet, nuestras compras, los lugares que frecuentamos y hasta las interacciones que tenemos en redes sociales siguen patrones tan repetitivos que los algoritmos pueden anticipar lo que queremos antes de que nosotros mismos lo sepamos. Y todo esto sin que nadie tenga que escuchar una sola palabra nuestra.
Lo que parece ser una publicidad “telepática” no es más que el resultado de un sistema que monitorea nuestros movimientos digitales. Cada clic, cada búsqueda, cada contenido que vemos contribuye a construir un perfil detallado sobre nosotros, un “muñeco digital” que refleja nuestros intereses, nuestros hábitos de consumo y, lo más preocupante, nuestras posibles decisiones futuras.

Empresas de seguridad independientes, como Wandera, han intentado verificar si nuestros teléfonos realmente nos escuchan. En sus investigaciones, no encontraron evidencia de que los dispositivos graben nuestras conversaciones. Durante un experimento, monitorearon el tráfico de datos mientras los investigadores hablaban sobre ciertos productos sin hacer ninguna búsqueda ni clic. No hubo rastros sospechosos de datos. Pero cuando los participantes comenzaron a interactuar con contenido relacionado en internet, los anuncios aparecieron casi de inmediato. ¿La conclusión? La publicidad personalizada no depende de escuchar lo que decimos, sino de lo que hacemos y de los datos que dejamos en línea.

Este comercio de datos no se detiene en las empresas que gestionan las plataformas que usamos a diario. Muchas otras compañías, conocidas como data brokers, se encargan de recopilar, analizar y vender información personal de los usuarios. Acxiom, Experian y Oracle Data Cloud son solo algunas de estas empresas que se dedican a crear perfiles detallados de millones de personas. Incluso gigantes como Google y Meta compran estos datos para afinar la publicidad que nos muestran, y así lograr una precisión casi aterradora.

Pero esto no se limita solo a la venta de productos. Los mismos datos que alimentan la publicidad pueden ser utilizados para influir en nuestras opiniones, cambiar nuestras creencias y hasta determinar cómo votamos. Si una empresa puede predecir lo que vas a comprar, también puede predecir lo que piensas y cómo actúas, con un nivel de control sobre tus decisiones que es difícil de imaginar.

No todo está perdido, sin embargo. Aunque nuestros rastros digitales son inevitables, aún podemos tomar medidas para proteger nuestra privacidad. Usar navegadores más centrados en la privacidad, desactivar la personalización de anuncios, limitar el acceso a permisos innecesarios en aplicaciones y utilizar bloqueadores de rastreo son formas de recuperar algo de control sobre nuestra información.

Al final, si lo que compramos, lo que leemos, y hasta con quién hablamos son suficientes para predecir lo que haremos mañana, ¿realmente seguimos teniendo el control de nuestras decisiones?

Compartir