La alianza que transforma: República Dominicana, Estados Unidos y el futuro de las tierras raras

Por Jimmy Rosario Bernard
En un mundo en el que la tecnología define el destino de las naciones, los “elementos de tierras raras” se han convertido en el motor silencioso detrás de todo, desde nuestros smartphones hasta los sistemas de defensa más avanzados. Lo que hace única esta historia es la oportunidad que se abre para la República Dominicana, un país con un potencial mineral inexplorado que, con el respaldo estratégico de Estados Unidos, podría reconfigurar su futuro económico y social.

Esta semana, durante una visita que dejó huella, el secretario de Estado de los EE. UU., Marco Rubio, expresó con convicción: “Es fundamental romper el monopolio que hemos observado en el procesamiento de estos recursos. La República Dominicana posee un potencial mineral que, bien aprovechado, no solo beneficiará su economía, sino que también contribuirá a una mayor seguridad tecnológica global.”

Por su parte, el presidente Luis Abinader subrayó la visión de un futuro sostenible y próspero para el país: “Al recibir a líderes como el senador Rubio, reafirmamos nuestro compromiso de impulsar una industria minera responsable y moderna. La exploración de tierras raras es una oportunidad para transformar nuestra economía, generar empleo de alta calidad y posicionarnos como un socio estratégico en el mercado global.”

Según el informe del US Geological Survey (USGS) de 2023, la producción mundial de óxidos de tierras raras alcanzó aproximadamente 300,000 toneladas métricas. En este escenario, China sigue liderando con alrededor del 65% del total (unos 195,000 toneladas métricas), mientras que otros actores se destacan de la siguiente forma:

_Australia: Con la mina Mount Weld, Lynas Corporation produce cerca de 35,000 toneladas métricas anuales.

_Estados Unidos: La moderna mina Mountain Pass ha incrementado su capacidad a cerca de 2,000 toneladas métricas anuales.

_Rusia e India: Con producciones estimadas en 12,000 y 15,000 toneladas métricas respectivamente, consolidan su presencia en el mercado global.

_Malasia: Procesa alrededor de 35,000 toneladas métricas anuales, aprovechando materias primas importadas.

Para la República Dominicana, la apuesta es audaz pero llena de posibilidades. Se estima que, con inversiones que podrían superar los 500 millones de dólares, el país caribeño podría alcanzar una producción inicial de entre 2,400 y 4,800 toneladas métricas anuales de óxidos de tierras raras. Esta cifra, aunque modesta en comparación con los gigantes del sector, promete transformar la economía local. Proyecciones conservadoras apuntan a la creación de más de 10,000 empleos directos e indirectos y un impacto positivo en el Producto Interno Bruto (PIB) de entre 0.5% y 1% a mediano plazo.

La relevancia de este proyecto trasciende la mera explotación de recursos. Se trata de un compromiso con la innovación, la transferencia tecnológica y la sostenibilidad. El apoyo de Estados Unidos no solo implica capital, sino también la introducción de tecnologías avanzadas y prácticas de minería responsable, fundamentales para proteger el medio ambiente y garantizar condiciones laborales dignas.

Geólogos de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, comentan con entusiasmo, como en nuestro país se tiene una historia de resiliencia y adaptación. La posibilidad de incursionar en la minería de tierras raras no solo diversificará nuestra economía, sino que también nos posicionará en el mapa global como un país que apuesta por la innovación y el desarrollo sostenible.

A nivel local, el ambiente se llena de optimismo. Familias, jóvenes profesionales y empresarios ven en esta iniciativa una oportunidad para reinventar la economía del país. Se habla de nuevos centros de investigación, alianzas entre el sector público y privado, y la formación de una fuerza laboral especializada que impulse el progreso tecnológico y la sustentabilidad ambiental.

Esta alianza, en la que convergen la visión política, la inversión internacional y el compromiso con un desarrollo ético, es un llamado a la acción. No es solamente un proyecto minero; es la posibilidad de escribir un nuevo capítulo en la historia dominicana, en el que la tecnología, el respeto por la naturaleza y la prosperidad social caminen de la mano.

Al final del día, el reto es grande, pero las oportunidades son aún mayores. ¿Estamos listos para transformar el potencial de nuestras tierras en un futuro de innovación y progreso compartido? La respuesta está en la unión de nuestras ganas de avanzar y en la determinación de convertir cada desafío en una oportunidad para el bien común.

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